domingo, 30 de octubre de 2011












* Silencio *

Silencio,…
palabra controvertida
que al tiempo que mata
otorga la vida.

Las cuatro estaciones
nos muestran sus leyes.
Los días y noches
también lo contienen.
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Vivir el Silencio
requiere del arte
de ser uno mismo,
dominio de nadie.

De nadie o de nada
que te haga salirte
del centro al que en ti
debieras ceñirte.

La Vida no discurre por esferas
de atmósferas regidas por palabras;
se nutre del silencio y del sentir
que expresa la estructura de las almas.

Tampoco se alimenta del murmullo
que deja tras de sí la compañía
que sólo viene a darme del consuelo
de no sentir que en mí está la Vida.

Si llega el silencio,
pregunto a mi alma
qué quiere que afronte,
si es que soledad
percibo me embarga.

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Algo tras de mí
seguro se halla
pidiendo a mi ser
retome de aquello
que yo mal llevaba.

¿El ser dependiente,…
¿No ser agua mansa,…
¿No ver los valores
de aquella persona
que hoy echo en falta?

Tendemos a apoyarnos en sonidos
que impiden escuchar lo que hay en mí,
aquello que delata el laberinto
que enreda la razón de mi existir.

Y busco el recubrirme de labores
pensando me darán la madurez,
sabiendo que lo ajeno a mi persona
encubre lo que en mí me cuesta hacer.

El vacío, origen de esta vida,
nos dice que el silencio es una puerta
que une y vivifica nuestro mundo
con aquello que somos en esencia.

El morir y el renacer
es la ley del infinito
para todo cuanto busca
superar sus entresijos.

No es, pues, de extrañar entonces
que el silencio nos parezca
una ausencia inesperada
si no vemos que la noche
el día la precisaba.


Angel Baña
(29 oct. 2011)

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